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Este blog educativo está dedicado a la Historia del Arte en general, y a la Historia de las Artes Decorativas y el Diseño en particular. Apuntes de Fundamentos del Arte I y II. Resúmenes de Historia de la Indumentaria. Cine en el Arte, Arte en el Cine. Todos los textos han sido escritos por la autora del blog, Ana Galván Romarate-Zabala. Si los utilizas, cita las fuentes. Todas las imágenes contenidas en esta web tienen exclusivamente una intencionalidad didáctica. Si alguna imagen empleada vulnera derechos de autor, puede solicitar la retirada del material que considere de su propiedad intelectual. El contenido de mis artículos puede ser descargado libremente, pero por favor, cite la procedencia. Imagen que encabeza el blog: Un Bar aux Folies Bergère, Édouard Manet, c. 1882. Courtauld Institut, Londres. Fuente de la imagen: Wikimedia Commons. Public Domain

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viernes, 20 de octubre de 2023

LA INDUMENTARIA EN LA PREHISTORIA: ÖTZI, EL HOMBRE DEL HIELO




¡Saludos!
En la bella ciudad de Bolzano -Bolzen en alemán- enclavada en el Tirol italiano,  a los pies de los Dolomitas, se alza el Museo Arqueológico del Alto-Adige. 
A los atractivos indudables de esta región de extraordinaria belleza paisajística y artística, se une la conservación de una de los descubrimientos arqueológicos más importantes del mundo: la momia Ötzi, el hombre que vino del hielo. Ha sido comparado en importancia al Lindow Man de Londres, al Tollund Man de Dinamarca o a Juanita de Perú.
Momia Juanita, Perú. Fue sacrificada durante un ritual inca cuando tenía 13 años. Fuente de la imagen: http://trome.pe/actualidad/peru-se-realizaran-mas-investigaciones-sobre-momia-juanita-2008450


Fuente de la imagen: Wikipedia, public domain.
Fuente de la imagen: Wikipedia, public domain
Fuente de la imagen: http://www.alto-adige.com/evento/406/festa-dei-fiori-a-bolzano

Este museo está dedicado íntegramente a él, así como a exposiciones temporales y a referencias arqueológicos de la zona del Alto-Adige y de los Alpes.

Un descubrimiento excepcional

Ötzi es el nombre con el que los arqueólogos denominaron a los restos humanos de una momia congelada en los Alpes. Es una de las momias más antiguas del mundo. Se denomina así porque su descubrimiento fue cercano al valle de Ötz.

Fuente de la imagen: http://www.bolzano-vigneti-dolomiti.com/musei/museo-archelogico-alto-adige.asp

Lo que hace único a Ötzi es el hecho de que se trata de un hombre prehistórico cuya vida tuvo un abrupto final, dejándole a él y a gran parte de su indumentaria y posesiones casi intactas, conservadas entre los hielos de un glaciar. Recordemos que los hallazgos de vestimenta en yacimientos arqueológicos suelen ser bastante infrecuentes.

Un hombre de la Edad del Cobre

Por primera vez en la historia de la medicina y la arqueología, ha sido posible realizar estudios anatómicos de un hombre del cuarto milenio antes de Cristo. Al mismo tiempo, ha propiciado el conocimiento de la indumentaria y la forma de vida de un ser humano situado entre el Neolítico y  la Edad de los Metales (Cobre). La información obtenida, después de años de estudio con los métodos de investigación más modernos, nos permite averiguar cómo pudo ser la vida diaria del hombre prehistórico en su contexto y su extraordinaria habilidad para sobrevivir con sus limitados recursos.

Fuente de la imagen:http://www.age-of-the-sage.org/archaeology/otzi_the_iceman_map.html
En este enclave fue encontrado Ötzi. Fuente de la imagen:http://www.age-of-the-sage.org/archaeology/otzi_the_iceman_map.html
Así apareció Ötzi. Fuente de la imagen:http://www.age-of-the-sage.org/archaeology/otzi_the_iceman_map.html

El descubrimiento de Ötzi


El 19 de septiembre de 1991 en un glaciar de los Alpes de la zona de Alto-Adige, entre Italia y Austria, en concreto en Tisenjoch, dos  excursionistas alemanes, Erika y Helmut Simon se encontraron los restos de un cuerpo humano congelado. El hombre estaba boca abajo. Junto a él, diseminadas, se encontraban su ropa y pertenencias. 
La historia de  la sensación arqueológica del siglo XX no había hecho más que empezar. 
El "levantamiento" del cuerpo para ulteriores investigaciones fue complejísimo. Arqueólogos,  prehistoriadores, científicos y médicos forenses iniciaron las investigaciones para desentrañar el misterio de esta momia. Tras minuciosos estudios llegaron a la conclusión de que la datación de Ötzi era de los inicios de la Edad del Cobre, entre 4000 y 5000 años de antigüedad. Hasta ese momento, nunca se habían encontrado restos humanos tan antiguos con una indumentaria bastante completa y con varias pertenencias personales.
La autenticidad de la momia y sus posesiones fueron certificadas mediante los análisis realizados con el método del Carbono 14: el "hombre de hielo" vivió entre el año 3350-3100 antes de Cristo.

 Fuente de la imagen: http://news.discovery.com/history/archaeology/iceman-discovery-110919.htm
En la actualidad, Ötzi se conserva en una sala del museo acondicionada como cámara frigorífica, a la que podemos mirar a través de una pequeña ventana. Fuente de la imagen: http://mindsparker.com/wp-content/uploads/2011/04/Display-Of-Otzi.jpg

¿Qué aspecto tenía Ötzi? Fisonomía, indumentaria y pertenencias 

En términos generales, la fisonomía de Ötzi no era sustancialmente diferente a la de los seres humanos de hoy en día. Durante el proceso de momificación, su cuerpo disminuyó de tamaño. Mide 1.54 metros, pero su altura debió de llegar a 1.60. Su talla de pie era un 38. Es decir, lo habitual en un hombre del Neolítico. 

Reconstrucción aproximada de Ötzi realizada en 2011. Fuente de la imagen: http://voices.nationalgeographic.com/2013/04/10/the-leader-of-the-plaque-iceman-otzi-had-bad-teeth/  Robert Clark.

 
La reconstrucción a tamaño natural, siguiendo el "método Manchester" fue realizada por los hermanos holandeses Kennis and Kennis. Fuente de la imagen: http://www.nature.com/nature/journal/v471/n7336/full/471034a.html?WT.ec_id=NATURE-20110303

Los análisis de ADN han revelado que sus ojos eran de color marrón. 
Su peso, sin prácticamente grasa, debió de ser en torno a los 50 kilos. Hoy en día solo alcanza los 13 kg.  Su aspecto era el de un hombre barbado, con cabello largo -9 cms- fosco y ondulado. En su pelo no se encontraron piojos, aunque si pulgas en su indumentaria. En sus intestinos había lombrices y también sufría de diversos parásitos que le debieron provocar frecuentes diarreas.
Se cree que rondaba los 46 años cuando murió. Su aspecto era el de un hombre muy avejentado dado la rudeza de la vida de aquella época:  al aire libre, a merced de los elementos...
Su cuerpo muestra signos de enfermedades que debió de sufrir a lo largo de su vida: arterioesclerosis, fracturas en las costillas, en el hueso nasal... Incluso los investigadores han establecido, basándose en el estado de sus uñas, que su sistema inmune estaba debilitado por algún tipo de enfermedad crónica y que sufrió severos periodos de estrés varias semanas antes de su muerte.
Las uñas de Ötzi revelan algunas de las enfermedades que sufría. Fuente de la imagen: iceman.it
Es interesante destacar que Ötzi presenta cincuenta tatuajes por todo su cuerpo, en forma de líneas o cruces: en la columna, en el talón, en la rodilla... Al parecer se los hicieron con finas incisiones con carbón. Puede que indiquen algún tipo de tratamiento terapeútico, precedente de la acupuntura.
En la India y África todavía hoy se utiliza el carbón como colorante para realizar tatuajes.


Tatuajes de Ötzi en la espalda y en la rodilla. Fuente de la imagen: http://www.ancient-origins.net/news-history-archaeology/scientists-discover-new-tattoos-5300-year-old-otzi-iceman-mummy-002633
Fuente de la imagen: http://openi.nlm.nih.gov/detailedresult.php?img=3560943_10787_2012_153_Fig11_HTML&req=4
Ötzi iba muy bien equipado con diversos útiles y herramientas (hacha, flechas, unas daga, una red para cazar pájaros y conejos) incluso productos de "botiquín" como hongos de abedules de carácter terapeútico (antibiótico natural). Sus pertenencias e indumentaria aparecieron diseminados en torno a sus restos humanos.

Indumentaria, útiles y herramientas que Ötzi llevaba consigo. Fuente de la imagen: iceman.it


Según los estudios realizados, en el momento de su muerte, Ötzi estaba completamente vestido, tumbado boca bajo sobre una gran piedra. Lo primero que estuvo expuesto al aire fue la ropa de su espalda, que debido a los fuertes vientos prevalentes a esa altitud, se desprendió de su cuerpo. En cambio, la indumentaria que cubría su pecho y su estómago se conservó en bastante buen estado. 
Bajo condiciones normales de conservación, sus indumentos de materiales orgánicos no habrían sobrevivido. 
Es difícil estimar como habituales de la Edad del Cobre la indumentaria que él llevaba ya que no se han conservado ejemplos comparables de esa época.

Reconstrucción de la indumentaria de Ötzi. Fuente de la imagen: http://www.age-of-the-sage.org/archaeology/otzi_the_iceman.html
Su vestimenta cubrían su pecho, también llevaba un gorro de piel, pantalones, un taparrabos,  un cinturón,  un par de zapatos y una capa hecha de hierba o paja. 
Ninguno de sus ropas estaban hechas con un tejidos. Procedían de pieles de animales y fibras vegetales. Han sido restauradas en el Römisch-Germanisches Zentralmuseum de Mainz (Maguncia),  Alemania.


La capa de paja

La capa de paja le aislaba y protegía del frío.

Detalle de la capa de Ötzi. Fuente de la imagen: iceman.it

Parece ser que la capa la llevaba sobre su cabeza, anudada con una cuerda, no como se muestra en esta reconstrucción. Fuente de la imagen: http://www.primitiveways.com/Iceman.html

El chaleco de piel de cabra

Se cree que lo llevaría abierto por delante. Es probable que fuera atado con su cinturón. No han llegado restos de sus mangas, no se sabe si las tenía o no.

Fuente de la imagen: iceman.it

Los pantalones


Fuente de la imagen: iceman.it

Los pantalones estaban hechos de varias piezas de piel de cabra y solo cubrían los muslos y las pantorrillas. Medían 65 cm de largo. Eran prácticos y funcionales. 
Con un sistema que recuerda a las calzas medievales, se anudaban con  cordones o lazos -procedentes de piel de ciervo que cazaba Ötzi- ligados al cinturón. 
Muy gastados por un largo uso, presentan indicios de haber sufrido reparaciones frecuentes.
Están considerados como los pantalones conservados más antiguos del mundo.

El taparrabos



Fuente de la imagen: iceman.it
El taparrabos es de piel de cabra. Mide 50 cm de largo y 33 cm de ancho. Lo llevaba puesto como una especie de pañal, sujetado con un cinturón.

Los zapatos

Cuando Ötzi fue llevado al Instituto Anatómico de la Universidad de Innsbruck, Austria, su zapato derecho todavía estaba en su pie, pero tuvo que ser quitado para su restauración.

La estructura de los zapatos era extremadamente funcional y refinada y consistía en una parte interna y otra externa.
En su interior constaba de una especie de red formada con fibras vegetales -procedentes de algún árbol- utilizadas como material aislante. La parte exterior estaba realizada con piel de venado (gamo o similar). Ambas secciones del zapato estaban atadas a una suela de forma oval mediante correas de piel. Según la arqueóloga Anne Reichert, que reconstruyó los zapatos de Ötzi, estos zapatos son sorprendentemenete cálidos y confortables, pero no muy adecuados para andar bajo la lluvia.




Fuente de la imagen: iceman.it

Fuente de la imagen: http://misteroriginal.com/3106bc0918/
Reconstrucción de los zapatos de Ötzi. Fuente de la imagen: http://www.senckenberg.de/files/content/presse_donecker/otzi-schuh_foto_senckenberg,_trankner.jpg


El gorro de piel de oso



Fuente de la imagen: iceman.it
El gorro de piel es una de las piezas mejor conservadas de toda su indumentaria. Apareció al lado de su cabeza. 
Tiene forma semiesférica y está hecho de piezas de piel de oso cosidas entre sí. Como sistema de sujeción presenta dos cintas de piel para atarlas debajo de la barbilla.

La mochila

La mochila consite en una pieza de madera de avellano en forma de U, de dos metros de largo. Presumiblemente iba cubierta con pieles.

En esta mochila llevaba sus pertenencias.




Fuente de la imagen: iceman.it


Reconstrucción de la mochila de Ötzi. Fuente de la imagen: https://storify.com/ancientcraftUK/making-an-otzi-style-backpack

El cinturón y la faltriquera

El cinturón mide 4-4.8 cms. Es de piel de ternera y la faltriquera o pequeño bolso que lo acompaña es también de piel. Los fragmentos que han llegado del cinturón eran originariamente de dos metros de largo y podían rodear la cintura en dos círculos. 
La pequeña faltriquera contenía un raspador, un perforador, una pieza de silex y un punzón de hueso de 7.1 cm.



Una muerte violenta

La última comida de Ötzi fue carne de cabra y pan. 
Existen evidencias que demuestran que  murió asesinado.


Fuente de la imagen: http://ngm.nationalgeographic.com/2011/11/iceman-autopsy/hall-text. En la mano se cree que llevaba agarrado algún objeto, presumiblemente una daga o puñal.
Se cree que en plena huida, por el motivo que fuera, resultó herido por una flecha en el hombro izquierdo, que alcanzó su arteria subclavia y le provocó la muerte por desangramiento. Trazas de su sangre se han encontrado en los restos de su indumentaria. Presenta además, una herida en la cabeza. Triste final para nuestro querido hombre del hielo, Ötzi.


Fuentes de documentación: la visita al Museo Arqueológico de Bolzano y el libro de Angelica Fleckinger, "Ötzi, the Iceman. The Full Facts at a Glance", South Tyron Museum of Archaelogy, Bolzano, 2014.

PARA SABER MÁS
Visiten la web del Museo Arqueológico del Alto-Adige de Bolzano.

martes, 20 de septiembre de 2016

"PISADAS EN LA ARCILLA". COMENTARIO DE TEXTOS "ARTE EN LA PREHISTORIA". FUNDAMENTOS DEL ARTE I.

Detalle de pinturas rupestres de la cueva de Chauvet, Francia. Fuente de la imagen:http://animals-partner.blogspot.com.es/2015/06/chauvet-cave-wall-painting-of-animals.html

Lee atentamente este artículo del gran escritor Antonio Muñoz Molina y contesta las preguntas que aparecen al final del mismo.

Pisadas en la arcilla
ANTONIO MUÑOZ MOLINA

En la cueva de Chauvet, en el sureste de Francia, están impresas sobre la arcilla las pisadas de un niño de entre ocho y diez años, que medía alrededor de uno treinta y se iluminaba con una antorcha. El carbón de la antorcha dejó sus marcas regulares a lo largo de la pared. Gracias al análisis de esos residuos se sabe que este niño se internó en las sombras móviles de la cueva de Chauvet hace unos veintiséis mil años, de modo que las suyas son las huellas humanas más antiguas de las que tenemos noticia. No hay más huellas cerca: el niño entró solo en la cueva. La luz de la antorcha iluminaría lo que descubrieron por azar unos espeleólogos franceses en 1994, una sucesión de galerías con imágenes de animales pintadas o hendidas sobre la roca y la arcilla, el bestiario fabuloso de las especies que hace treinta milenios deambulaban por las sabanas de Europa, mamuts, leones, rinocerontes, grandes osos, caballos, panteras, ciervos imponentes llamados megaceros, bisontes. Las pinturas de Chauvet son las más antiguas de las que se tiene noticia, muy anteriores a las de Lascaux y las de Altamira: y sin embargo revelan una maestría infalible, un dominio de la anatomía y del movimiento y de la síntesis visual que permite representar la cabeza y la joroba de un mamut o el hocico de un rinoceronte con un solo trazo, aprovechando además las protuberancias de la pared rocosa para sugerir el volumen.

Pero lo más extraño no es la formidable calidad formal de esas pinturas, que desmiente cualquier noción evolutiva en el arte: lo extraño, lo que nos atrae de verdad hacia ellas, es la familiaridad que sentimos al mirarlas. En la manera en que miraban el mundo esos seres humanos hay algo que reconocemos, igual que en esas huellas que podían ser las de los pasos de uno de nuestros hijos, o en esas manos trazadas en blanco sobre las paredes contra un contorno rojizo de óxido de hierro. Alguien apoyó una palma abierta y con la otra mano sostuvo el hueso o la caña por los que sopló el óxido. Si nos estuviera permitido tocar la pared, superpondríamos sobre esa mano fantasma la nuestra y encontraríamos una coincidencia casi exacta.

A las manos impresas en las paredes de las cuevas con frecuencia parece que les faltan las falanges superiores de uno o de varios dedos, nunca el pulgar. Se especuló en otro tiempo que la causa podían ser amputaciones por congelación o por accidentes de caza. Ahora se sospecha que en realidad son dedos doblados para indicar ciertos signos de vocabularios silenciosos, indicaciones o avisos de algo, gestos de pertenencia a un clan. Lo he aprendido en unos de esos libros inesperados que uno encuentra sin haberlos buscado y en los que se sumerge con felicidad durante varios días, Los pintores de las cavernas, de Gregory Curtis, que trata del misterio insoluble del significado de la pintura prehistórica y a la vez cuenta la aventura moderna de su descubrimiento, en la que hay episodios novelescos de exploraciones audaces y hallazgos de tesoros y también de mezquinas intrigas y venganzas académicas, de manuscritos perdidos, exilios y suicidios. Como algunas novelas, el relato de Curtis sucede en dos planos temporales muy alejados entre sí que acaban constituyendo una sola trama. El primero de ellos dura, asombrosamente, unos veinte mil años, a lo largo de los cuales se mantuvo más o menos intacta una tradición plástica de una sofisticación que no tiene nada de primitiva, y que sin más remedio debería de formar parte de una cultura mucho más rica y más amplia de la que no ha quedado nada, igual que han extinguido las especies de animales magníficos que atravesaban Europa en migraciones populosas, proporcionando a aquellos pueblos cazadores no sólo su alimento, sino también la materia de sus rituales y de sus mitologías, de los cuales las pinturas de las cavernas son reliquias en gran medida indescifrables. El segundo relato es mucho más cercano: empieza en 1879, en Altamira, cuando una niña que acompaña a su padre en la excavación de una cueva mira hacia el techo y ve algo en lo que el padre no ha reparado, unas figuras de bisontes rojizos. Al pobre Marcelino de Sautuola el descubrimiento de las pinturas de Altamira no le deparó ninguna gloria, sino humillaciones y disgustos, y murió prematuramente con la amargura de un escarnio sin consuelo. Eran los años en que se difundía, entre furiosas diatribas, la teoría de la evolución, y algunos de sus partidarios, explica Curtis, quisieron creer que las pinturas eran falsificaciones calculadas para desacreditarla. Si las artes, como los organismos, evolucionan de lo más simple a lo más complejo, ¿cómo era posible que unos bárbaros habitantes de las cavernas hubieran sido capaces de pintar con tal maestría?
De un modo u otro, el prejuicio del primitivismo se mantuvo en las interpretaciones más habituales de los especialistas: las pinturas formarían parte de rituales mágicos para propiciar la caza. Pero los animales pintados en las cuevas muchas veces no son los mismos que se cazaban para comer. En algunas de ellas se han encontrado pruebas de que los pintores, mientras hacían su trabajo, habían comido carne de reno, pero no había renos entre los animales que pintaban, y sí otros que inspirarían pavor, como rinocerontes o leones o mamuts. No fue un especialista en pintura prehistórica, sino un historiador del arte con inclinaciones filosóficas, Max Raphael, intuyó por primera vez que las acumulaciones de animales en una gruta podían ser no resultado del azar sino de un propósito compositivo regido por alguna forma de geometría y de simbolismo, cuya clave sería probablemente la forma de la mano extendida. Max Raphael era judío alemán y pasó por Francia huyendo de los nazis. En su exilio de Nueva York vivió obsesionado por las pinturas de las cuevas, negándose a aceptar que culturas tan refinadas en su imaginación plástica y en sus técnicas de representación no hubieran poseído también una complejidad espiritual. Misántropo, angustiado por la soledad y el fracaso, Max Raphael se suicidó en 1951. Unos meses antes le había mandado a la prehistoriadora francesa Annette Laming-Emperaire treinta páginas de borradores y notas para un libro que nunca llegó a escribir: Sobre el método de interpretar el arte paleolítico.
Como en el universo inquietante que nos explican los físicos, en el relato de los pintores prehistóricos lo que vemos y lo que sabemos está rodeado por la materia oscura de lo desconocido. Las pisadas del niño que llevaba la antorcha en la cueva de Chauvet van en una sola dirección. En la cueva de Trois Frères hay una figura solitaria en el punto más alto del techo que tiene cabeza de ciervo, torso y cola de caballo y piernas de hombre que puede ser un chamán en estado de trance o un personaje fantástico, pero que nos estremece sobre todo por el gesto con el que parece volverse el espectador como si acabara de descubrir la presencia de un intruso, o la de un semejante. -
Bibliografía recomendada: Los pintores de las cavernas: el misterio de los primeros artistas. Gregory Curtis. Traducción de Eugenia Vázquez Nacarino. Turner. Madrid, 2009. 324 páginas.

Cuestionario
1.      Resume tres ideas esenciales del texto.
2.     Identifica varias cuevas de arte rupestre. ¿Cuál es considerada la más antigua?
3.     Las pisadas de un ser humano más antiguas que se han conservado están fechadas circa….
4.     ¿Qué animales aparecen representados en pintura de la cueva de Chauvet?
5.     “Las manos trazadas en blanco sobre las paredes contra un contorno rojizo de óxido de hierro” son…
6.     ¿En qué consiste la técnica aerográfica?
7.     ¿Quién descubrió las cuevas de Altamira?
8.     ¿Qué pueden querer decir o significar las representaciones de animales en las pinturas rupestres?
9.     Explica el significado de: bestiario; deambulaban; sabana; infalible; protuberancia; misterio insoluble; sofisticación; escarnio; pavor.

Para saber más sobre Chauvet:

Genial artículo de Algargos sobre Chauvet, aquí.