Descripción del blog


Este blog educativo está dedicado a la Historia del Arte en general, y a la Historia de las Artes Decorativas y el Diseño en particular. Apuntes de Fundamentos del Arte I y II. Resúmenes de Historia de la Indumentaria. Cine en el Arte, Arte en el Cine. Todos los textos han sido escritos por la autora del blog, Ana Galván Romarate-Zabala. Si los utilizas, cita las fuentes. Todas las imágenes contenidas en esta web tienen exclusivamente una intencionalidad didáctica. Si alguna imagen empleada vulnera derechos de autor, puede solicitar la retirada del material que considere de su propiedad intelectual. El contenido de mis artículos puede ser descargado libremente, pero por favor, cite la procedencia. Imagen que encabeza el blog: Un Bar aux Folies Bergère, Édouard Manet, c. 1882. Courtauld Institut, Londres. Fuente de la imagen: Wikimedia Commons. Public Domain

sábado, 4 de abril de 2015

EL GUSTO MODERNO. ART DÉCO EN PARIS, 1910-1935


El modista Paul Poiret y su esposa retratados por el pintor e ilustrador déco vallisoletano Eduardo García Benito, 1921. Colección Fontaneda Berthel. Fuente: http://cocbellezaymoda.blogspot.com.es/2012/05/casa-de-paul-poiret-en-mezy-sur-seine.html

Entrada a la exposición
De absolutamente imprescindible podemos calificar la exposición "El gusto moderno. Art Déco en París, 1910-1935" para los apasionados del diseño y las artes decorativas del siglo XX.
Es la primera vez que se dedica una muestra en España a esta corriente cultural. 
La influencia oriental se aprecia en este vestido Déco, llamado "Chimère" realizado por Jeanne Paquin, 1925. Seda azul y oro bordado con motivos de dragones chinos y aplicaciones de perlas y abalorios. Fuente de la imagen: lamiradaactual.blosgpot.com
Es apabullante por la calidad y cantidad de piezas expuestas: muebles de Émile-Jacques Ruhlmann y Jean Dunand, joyas de Cartier y Raymond Templier, diseños textiles de la Maison Martine  y de Erté, vestidos realizados por Coco Chanel, Jeanne Lanvin o Paul Poiret, ilustraciones de Cassandre, cristal de Lalique, fotografías de Man Ray, pinturas de Eduardo García Benito y Sonia Delaunay, lámparas-esculturas de Raoul-Eugène Lamourdedieu,  cerámica de Jan y Joël Martel,  encuadernaciones (con nácar y piedras semipreciosas), etc.
Nancy Cunard retratada por Man Ray. Nancy fue una escritora vanguardista, apasionada de la cultura africana. Fuente de la imagen: http://www.dumbofeather.com/conversation/historical-profile-nancy-cunard/
El lema de este estilo parece ser hacer de la vanguardia algo clásico y de buen gusto, creando piezas deseables para tener en un hogar moderno. Las referencias e influencias son múltiples y en ocasiones, contradictorias: el cubismo, el suprematismo, los colores llamativos y el orientalismo de los ballets rusos de Diaghilev, el futurismo (con su pasión por la velocidad y las máquinas), el revival de cultura exóticas (persas, egipcias, chinas, japonesas..). En definitiva, un estilo que es la quintaesencia de lujo, la exquisitez, lo chic y el cosmopolitismo.
Por lo demás, el Art Déco sería popularizado por los grandes almacenes como Printemps o las Galerias Lafayette, que contaban con un elenco de artistas déco que creaba diseños adaptables para todos los bolsillos, especialmente en la decoración de interiores.


Biombo de madera dorada y laca realizado por Armand Albert Rateau para Jeanne Lanvin, circa 1921. Este biombo, que procede del Museo de Ates Decorativas de París, puede verse en la muestra de la Fundación March. Fuente de la imagen tal y como se expone en el museo: https://www.pinterest.com/pin/9781324164460339/

Esta completa exposición -aunque echo en falta algún cuadro de Tamara de Lempicka- se puede contemplar en la Fundación March de Madrid hasta el próximo 28 de junio de 2015.  
Por su interés, reproduzco íntegramente la información sobre esta muestra que facilita la web de la Fundación March:
La exposición El gusto moderno. Art déco en París, 1910-1935, presente en la Fundación Juan March entre el 26 de marzo y el 28 de junio, y a la que este catálogo acompaña, quiere ofrecer la oportunidad de conocer, juzgar y disfrutar del que ha sido llamado "el último estilo total" de la historia: el difícilmente definible art déco. Ésta es la primera muestra que se le dedica en España y también la primera en celebrarse fuera de un museo generalista o de artes decorativas, en una institución con un programa de exposiciones centrado fundamentalmente en el arte moderno.
El gusto moderno. Art déco en París, 1910-1935 no es –y al mismo tiempo sí es– una exposición "de" artes decorativas. Compuesta por más de trescientos cincuenta objetos, la muestra cuenta con sobresalientes ejemplos de piezas adscribibles a las artes decorativas, pero ha sido muy precisamente concebida y desarrollada en abierto desafío a la ya tradicional separación –tan estricta como demasiado fácil para ser verdadera– entre las bellas artes y las artes decorativas (o aplicadas), típica de nuestra conciencia estética contemporánea, musealizada y moderna en el estricto sentido histórico de esta palabra. La exposición quiere cuestionar la casi total ausencia del art déco en la historia del arte moderno, en sus manuales y también en la práctica curatorial, y vindicar –tal y como ha ocurrido en algunos casos ejemplares a partir del revival déco que se produjo a partir de los años setenta– no solo la obvia belleza del art déco, sino el interés y la complejidad cultural y artística de su peculiar carácter moderno.

Henry Sauvage. Exposición Internacional de Artes Decorativas Modernas. París. Pavillon Primavera. 1925
Henry Sauvage. Exposición Internacional de Artes Decorativas Modernas. París. Pavillon Primavera. 1925

El "estilo" –o más bien la mezcla de estilos e influencias– que llamamos art décoempezó a desperezarse en París, la entonces capital del arte moderno, alrededor de 1910, en buena parte como reacción contra el art nouveau, que había vuelto al simbolismo del XIX y a la naturaleza como fuente de inspiración de las artes. Los cultivadores del déco tenían la pretensión, moderna por definición, de crear algo nuevo, pero al mismo tiempo concentraron en sus prácticas una enorme variedad de fuentes e influencias, que iban desde los estilos nacionales históricos –en el caso de Francia, los de los siglos XVIII y XIX– hasta las tradiciones vernáculas, pasando por las de otras épocas y otros países como la Grecia arcaica, Egipto, África, México, Japón o China, sin olvidar el influjo ejercido por las primeras vanguardias –en especial el cubismo–, pues como ya había ocurrido con los cultivadores del nouveau, los representantes del nuevo estilo estaban absolutamente al día de las corrientes artísticas más actuales.
Un claro ejemplo de ello fue el proyecto La Maison cubiste, presentado en el Salón de Otoño de París de 1912, con un programa decorativo que constaba de una fachada a tamaño natural diseñada por Raymond Duchamp-Villon –facetada en planos, como si de una obra de Pablo Picasso, Juan Gris o Georges Braque se tratara–, que incluía interiores decorados por Louis Süe y André Mare, Maurice Marinot, Jacques Villon, Roger de la Fresnaye y Marie Laurencin, y en cuyas paredes colgaban pinturas de los dos últimos, y de otros artistas como Marcel Duchamp, Fernand Léger o Albert Gleizes.
Junto a esta característica capacidad de asimilar y reelaborar una gran variedad y disparidad de fuentes e influencias, quizá el rasgo más característico del art décofuera su intención de ser "moderno" y, por tanto, evitar las imitaciones directas. Pero quiso ser moderno –respondiendo a las condiciones impuestas por los avances técnicos, el progreso industrial, las comunicaciones y la planificación urbana de la ciudad del nuevo siglo– sin seguir los estrictos principios de lo que se ha denominado "modernidad" o "movimiento moderno", unos principios que excluían lo decorativo y toda forma ornamental, consagrando como líneas directrices la funcionalidad y la forma abstracta.

La exposición quiere cuestionar la casi total ausencia del art déco en la historia del arte moderno, en sus manuales y también en la práctica curatorial, y vindicar –tal y como ha ocurrido en algunos casos ejemplares a partir del revival déco que se produjo a partir de los años setenta– no solo la obvia belleza del art déco, sino el interés y la complejidad cultural y artística de su peculiar carácter moderno
La diversidad de fuentes privó al art déco de un cuerpo único de rasgos estilísticos. Desde las flores estilizadas y la importancia de la luz o de las fuentes ya presentes en la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas celebrada en París en 1925, hasta elModern Jazz y el Streamline del diseño industrial norteamericano que se impuso entre los años treinta y cincuenta en todo el mundo, al art déco se le puede reconocer cierta unidad, sin embargo, por su culto a la calidad, su incorporación de las formas de vida modernas, la celebración de lo nuevo, de la sensualidad juvenil y también del consumo. Además, el déco cultiva como procedimiento generalizado cierta amplificación del detalle y del efecto, la elección de materiales exóticos, la calidad de su factura y un dominio maestro de las técnicas de seducción del gusto del público. Lo que conocemos como art déco fue un estilo moderno, pero alternativo a la vanguardia; significó una modernidad más pragmática y ornamental que utópica y funcionalista, y se convirtió en el gran estilo del deseo y el gusto modernos, tan característicos de las sociedades occidentales y del capitalismo de las primeras décadas del siglo XX, a pesar de lo cual ha estado casi ausente de la historia canónica del arte moderno, una ausencia que esta muestra impugna decididamente desde su misma concepción.
La iniciativa del gobierno francés de celebrar la Exposición de 1925 –originalmente programada para 1916– con el fin explícito de restablecer la primacía internacional de los productos de la industria francesa del lujo, supuso un verdadero trampolín para el art déco. La Exposición acaparó la atención mundial (y las críticas) y provocó enseguida la difusión del estilo por todo el mundo, una influencia global que se prolongaría al menos hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial. La Exposición fue un gran éxito de público, aunque muchos de sus críticos creyeron que se había perdido la oportunidad de desarrollar un estilo industrial, democrático –los pabellones más llamativos estaban dirigidos a la élite adinerada–, paralelo y alternativo al comercio de lujo y el consumo diferenciado de lo que Thorstein Veblen llamó "la clase ociosa". En París, sus principales consumidores fueron las mujeres jóvenes de clase alta aficionadas a la moda y los couturiers que trabajaban para ellas, algo de lo que los espectaculares apartamentos de Jacques Doucet, Suzanne Talbot o Jeanne Lanvin son claros ejemplos.
Puede decirse que el art déco nació en París tras el fin de la Primera Guerra Mundial y se prolongó en el tiempo hasta que las consecuencias del Crack de Wall Street de 1929 se hicieron sentir también en Francia, a partir de 1931. Hacia 1929 comenzaría a abrirse paso en su seno otra sensibilidad, más en tránsito hacia la otra modernidad, que reaccionaba contra el lujo excesivo y la voluptuosidad ornamental de buena parte del primer art déco. En paralelo a un retorno en todo el mundo a cierta austeridad en las artes decorativas y la construcción, un grupo de jóvenes artistas –evolucionados o disidentes del primer déco y miembros de la posterior Union des artistes modernes (UAM) fundada en París en 1929– comenzó a trabajar de un modo más sobrio, utilizando acero y cromo tubular como principales materiales, influenciados por el movimiento moderno que, desarrollado en Holanda y Alemania, en Francia representaba principalmente Le Corbusier, quien había sido el principal antagonista del nuevo estilo ya antes de 1925. Hasta aquí el relato histórico del primer art déco, del que esta exposición se ocupa desde un punto de vista muy específico: el de su inclusión en la historia del arte moderno.

Charlotte Perriand. Silla Gueridon, c. 1927. Musée des Beaux-arts de la Ville de Reims © C.Devleeschauwer
Charlotte Perriand. Silla Guéridon, c. 1927. Musée des Beaux-arts de la Ville de Reims © C.Devleeschauwer
El gusto moderno. Art déco en París, 1910-1935 se organiza en ocho secciones, cronológicas y temáticas, a través de las que se narra un fenómeno tan fascinante como poco conocido. En espacios y ambientes de distinta envergadura, la exposición combina reconstrucciones y recreaciones con más de trescientas cincuenta piezas de pintura, escultura, mobiliario, moda, joyería, perfumería, cine, arquitectura, vidrio, cerámica, laca y orfebrería, además de tejidos, encuadernaciones, fotografías, dibujos, planos, maquetas, carteles publicitarios y revistas, que testimonian el gusto moderno y el aire de un tiempo –los años veinte y treinta en París– tan difíciles de captar como presentes en nuestra cultura contemporánea.
Buena parte de las obras seleccionadas se caracterizan por dos notas: muchas de ellas son obras valiosas y poco conocidas, pero de autores célebres; otras son igualmente valiosas, pero de autores desconocidos para el gran público. Numeroso es en todo caso el conjunto de artistas, artistas-decoradores, diseñadores, couturiers, interioristas, arquitectos, artesanos o ensembliers que definieron el déco con la tarea coral de sus creaciones: más de 122 autores cuyas obras se presentan en estas páginas. A través de esas obras, el relato expositivo comienza buscando los orígenes del art déco en el París de la primera década del siglo XX, revisando el cubismo como una de sus fuentes y ofreciendo una panorámica del lujo y la funcionalidad de los interiores franceses de los años veinte. Después, plantea un recorrido por la Exposición Internacional de París de 1925. La muestra es exhaustiva a la hora de exponer los objetos resultantes de los procesos de seducción para el consumo y creación de nuevos hábitos sentimentales, corporales e intelectuales que el art déco ejerció sobre la moda, la perfumería, los complementos y los objetos decorativos durante los años veinte y treinta; la muestra se demora en la presencia de lo exótico en el art déco –centrada en la Exposición Colonial de 1931 en París– y llega hasta mediados de los años treinta, cuando la peculiar modernidad del art déco se reúne y se mezcla con aquellas nuevas formas –las de Charlotte Perriand, Le Corbusier o Eileen Gray– habitualmente identificadas con la modernidad, de cuya historia el decó, curiosa e injustamente, parece casi no haber formado parte.

Lo que conocemos como art déco fue un estilo moderno, pero alternativo a la vanguardia; significó una modernidad más pragmática y ornamental que utópica y funcionalista, y se convirtió en el gran estilo del deseo y el gusto modernos, tan característicos de las sociedades occidentales y del capitalismo de las primeras décadas del siglo XX
El catálogo de la muestra reúne además un significativo conjunto de ensayos y textos que componen una visión del art déco al mismo tiempo amplia y detallada, que proporcionará a los lectores una completa introducción a nuestro tema. El proyecto ha contado con el profesor Tim Benton como comisario * y con la colaboración de Ghislaine Wood como asesora especial: ambos fueron responsables de la exposición Art Déco, 1910-1939, celebrada en el Victoria and Albert Museum en 2003. Los ensayos fuertemente interpretativos de Benton –convocado por la Fundación Juan March a la vista no sólo de su conocimiento *C tema, sino sobre todo de su aproximación a él desde el conocimiento de la modernidad y sus figuras, singularmente la de Le Corbusier–, José Miguel Marinas y Tag Gronberg se combinan con los acercamientos en detalle de Emmanuel Bréon, Ghislaine Wood, Évelyne Possémé, Hélène Andrieux, Agnès Callu, Carole Aurouet y –para el peculiar caso español– Francisco Javier Pérez Rojas.
El lector encontrará también, junto a la pormenorizada catalogación de todas las piezas, un amplio abanico de ilustraciones –casi un millar–, muchas de ellas reveladoras de un art déco sorpresivo: un art déco oculto, desconocido, no vulgarizado y de una sofisticada calidad: un arte que deseaba, en muchos casos, difundirse hasta democratizar y universalizar lo que hoy se puede llamar con precisión "el gusto moderno".





*Las joyas de Cartier presentes en la exposición.

*Conferencias sobre el Art Déco en la Fundación March de Madrid:

Ciclos de Conferencias

Universo déco

9, 14, 16, 21 y 23 abril 2015
Imagen del acto
Con motivo de la exposición El gusto moderno. Art déco en París, 1910-1935, un ciclo de conferencias analiza el estilo déco desde ámbitos como el cine, la moda y el cosmopolitismo, a cargo de Román GubernEstrella de Diego y Juan Manuel Bonet.
Román Gubern coordinará asimismo un ciclo de cine que incluye la proyección de las películas Metrópolis (1926) de Fritz Lang y Salomé (1923) de Charles Bryant, presentadas por Antonio Giménez-Rico, que ilustran la presencia del art déco en el género cinematográfico.

Los participantes resumen sus intervenciones

  • ART DÉCO EN EL CINE
    Román Gubern

    Reaccionando contra el modernismo floreal, curvilíneo y recargado, o Art Nouveau de la belle époque, anterior a la Primera Guerra Mundial, el art déco ascendió como una escenografía de la modernidad más estilizada, en compañía del jazz, de las flappersfaldicortas, de los primeros automóviles de carreras, del constructivismo soviético y del dinamismo propio de los años veinte. Su nacimiento oficial tuvo lugar en París, con motivo de la Exposición Internacional de las Artes Decorativas e Industriales Modernas (abril-octubre de 1925), para la que el arquitecto Robert Mallet-Stevens, que llegaría a ser en 1929 el primer presidente de la Unión de Artistas Modernos, realizó el Pabellón de Turismo. Como apóstol de la modernidad art déco, a Mallet-Stevens le interesó el cine y resultarían ejemplares sus colaboraciones con el director francés Marcel L´Herbier en sus filmes La inhumana (1924) y El vértigo (1926), que causaron asombro en su tiempo. Para dar una idea de la sofisticación escenográfica del primero de ellos recordemos que Mallet-Stevens se ocupó de los decorados en exteriores, pero el pintor cubista Fernand Léger realizó los laboratorios, Pierre Chéreau se ocupó del mobiliario, los objetos decorativos fueron una aportación de Lalique, Puigforcat y Jean Luce, las joyas procedían de Raymond Templier y el vestuario de Paul Poiret. Una insólita conjunción de talentos para erigir unos entornos escénicos basados en la división del trabajo y que daban la razón al pintor Charles Dufresne cuando afirmó que “el arte de 1900 perteneció al ámbito de la fantasía, el de 1925 al de la era de la razón”.
    Los materiales predilectos de la nueva estética fueron el acero, el vidrio, la cerámica, las maderas nobles y el marfil. Y su canon la elegancia geométrica basada en la simplicidad. Y sus entornos se emparentaban, de algún modo, al futurismo, al cubismo, a la música de Igor Stravinsky y a la estilizada figura de Josephine Baker, que triunfaba en todos los escenarios. Los estudios de Hollywood, atentos a las modas estéticas europeas, hacían que sus técnicos estudiasen con atención aquellas películas innovadoras que llegaban de Europa, aunque luego no se estrenaran en sus salas públicas. Y así el art déco llegó a los estudios de la capital del cine, en las escenografías que representaban hoteles de lujo, pisos de millonarios o en los números corales de sus revistas musicales, mientras en Chicago y en Nueva York se alzaban ya elegantes rascacielos hechos de acero y cristal, como exigía Mies van der Rohe. La irrupción del art déco en el cine coincide con su madurez como arte sofisticado, en los felices veinte, que se truncarán al final de la década con la Gran Depresión. Pero antes su irradiación habrá llegado hasta la Italia fascista con sus films llamados “de teléfonos blancos”, cuya acción se ubicaba en lujosos ambientes burgueses que albergaban enredos amorosos, y hasta en algunas comedias españolas realizadas en vísperas de la Guerra Civil. Al fin y al cabo, el art déco, de matriz parisina, se había convertido por entonces en un estilo internacional y en un canon de elegancia estética de carácter universal.
  • VESTIRSE DE DÉCO
    Estrella de Diego

    En 1925 se inauguraba en París la gran Exposición Internacional de las Artes Decorativas donde se mostraban, entre otras, las creaciones de Sonia Delaunay o Rodchenko, desde lo más imaginativo a lo más funcional. Se trataba de un  momento esencial en el lanzamiento y visibilización del llamado art déco, dado que la idea esencial era preparar productos sofisticados, a menudo de alta gama, producidos en serie, como ocurría con la alianza de la propia Delaunay con Mertz & Co, los almacenes holandeses que decidían manufacturar sus diseños.
    En este contexto la moda iba a tener un papel esencial, sobre todo entre esas “Nuevas mujeres” que, más libres y más conscientes de su papel en el mundo, buscaban también nuevas maneras de representarse. De hecho, esas mujeres aspiraban a vestirse a la moda, una moda que poco o nada tenía que ver con las estrictas reglas de sus madres y sus abuelas. Se trataba de una moda libre e imaginativa, a veces inspirada en lo exótico, los Ballets rusos o los movimientos de vanguardia. Esas producciones, inscritas de lleno en el espíritu déco, serán las que revolucionan a su vez la propia puesta en escena de las “Nuevas mujeres” que deciden vestirse de déco. Vestirse, pues, de modernidad. Llenar sus casa y sus vidas de ese nuevo espíritu que tiene mucho de artístico.
    La conferencia se centrará, por tanto, en los cambios en la estética de la moda y el consumo y sus relaciones con las “Nuevas Mujeres”, de pelo “a lo garçon” y trajes tubo, así como sus nuevas estrategias de representación, haciendo un recorrido que incluirá grandes diseñadoras como Schiaparelli o la propia Sonia Delaunay.
  • ATLAS DÉCO
    Juan Manuel Bonet

    La conferencia plantea un viaje planetario por el art déco. Movimiento cuyo epicentro se sitúa en el París de 1925, y concretamente en su Exposition Internationale des Arts Décoratifs, el déco cristaliza entonces, en la propia Francia, en una serie de realizaciones arquitectónicas, plásticas y gráficas, siendo asimismo de destacar lo hecho en el campo del mobiliario, de la vidriera, de los tejidos o del tapiz. Son los años de Louis Barillet, de Cassandre, de Da Silva Bruhns, de Sonia Delaunay, de Jean Dupas, de Elena Ízcue, de Pierre Legrain, de Tamara de Lempicka, de Robert Mallet-Stevens, de los hermanos Martel, de Jean-Charles Moreux, de Georges-Henri Pingusson, de François Pompon, de Michel Roux-Spitz… En ese París triunfan ilustradores españoles como Eduardo García Benito, Carlos Sáenz de Tejada, o Tono. Durante el período de entreguerras el déco francés es pujante y muy visible, tanto en el campo de la arquitectura civil –oficializándose en el conjunto de edificios del cual se dota París cuando la Exposición de 1937, varios de ellos ubicados en la colina de Chaillot– como en el de la religiosa, sin olvidar el microcosmos que representan los grandes paquebotes. Paul Morand sería un ejemplo de literatura déco.
    En los Estados Unidos, el déco se hace "streamline", tanto en Nueva York –recordemos el Rockefeller Center– o Chicago, como en Miami o en la Costa Oeste. La expansión internacional del déco se documenta mediante un recorrido por algunas de sus capitales, y así a las ya citadas vienen a sumarse, en Europa, Madrid –con obras tan emblemáticas como los cine Barceló y Europa de Luis Gutiérrez Soto, o el edificio Capitol, de Eced y Martínez Feduchi–, Barcelona, San Sebastián o Valencia –aunque se aludirá también a lugares más periféricos, como Alicante, Almería o Pamplona–, Londres y otras británicas, Berlín y otras alemanas, Roma y Milán, Lisboa y Oporto, o Bucarest; en África, Tánger, Casablanca, Dakar o Asmara; en Asia, Ankara, Shanghái o Hanói; en Latinoamérica, México, La Habana, Buenos Aires, Montevideo, São Paulo, Río de Janeiro…